Cuando el PP ganó las primeras elecciones de la democracia, yo decidí salir del país. No me perseguía nadie pero no quería compartir un país en el que por castigar a la izquierda la gente votaba a la derecha. Quizá lo que más me dolió es que yo no pude votar. Siendo hija de española no tenía nacionalidad como parte de la ley franquista que aun estaba vigente. Las mujeres no tienen nacionalidad que es cosa de machos. Que lo sepan. Tardé muchos años en adquirirla y llegué tarde a las urnas.

A partir de entonces vivo en un exilio voluntario.

El exilio tiene sus ventajas y sus inconvenientes pero con el paso de los años te da una virtud que se agradece enormemente, sobre todo en estos tiempos de grandes dudas profundas y cruces de caminos en la historia peninsular. Te deja ver el bosque por estar lejos de los árboles.

El juez Garzón también se impuso un exilio voluntario. Del país, que no del tribunal. De allí lo echaron.

A mí me da miedo esa parcialidad de los poderes españoles, pero a él que los debe conocer en profundidad le deben dar mucho más miedo.

Fíjense si los saben manipular bien que consiguieron poner al independentismo catalán en contra de él.

Desde luego, Garzón fue el artífice de la desarticulación de Terra Lliure y eso no es fácil de perdonar. Pero alimentar ese germen para que los catalanes no se acerquen a él es maquiavélico y muy sagaz. De momento, lo que se quería se ha conseguido. Garzón está lejos de los avatares de la península.

Eso sí. Lo que ha logrado en Argentina no hay manera de taparlo. En Argentina los generales de la dictadura se pudren en la Cárcel. A mí me gustaría pensar que un solo artífice de la dictadura española se enfrentara aunque sólo fuera a una llamada del juez. Eso no existe en España y los españoles consideran por eso que la dictadura española es diferente de las demás.

El problema es que la dictadura española en los libros de historia es tan como las demás que no tiene un capítulo aparte.

Es grave que en la página de la guardia civil se ensalce a los comandantes de las fuerzas armadas que lucharon junto a Hitler y que eso sea motivo de orgullo.

Es grave que al dictador se le pongan flores en un mausoleo oficial.

En Filipinas se montó un Cristo cuando intentaron enterrar a Marcos en el mausoleo de los héroes. Y eso que en Filipinas un muerto en la calle se justifica mucho mejor que en España. Llevan unos 12.000 desde mediados del 2016.

Pero hay cosas por las que vale la pena luchar. Muchos incluso creen que hay cosas por las que vale perder la vida. Lo he visto en la avenida EDSA de Manila como lo he visto en las manifestaciones en Colombia o Nepal.

Pero eso no se ve en España. Hasta que una parte de los catalanes decidió dejar de llamarse español y bajar a la calle. Yo no se si una Cataluña independiente es la mejor solución. No estoy segura de si el separatismo es el camino más inteligente. Pero no se puede exiliar a un pueblo entero porque no pueda aceptar más que los desaparecidos estén por aparecer, porque los fusilados sigan sin tener viuda ni hijos y porque no les gusta tener un himno impuesto como una bandera impuesta.

Garzón me temo que no esté tampoco muy contento con el independentismo catalán. En el 92 lo demostró. Pero hay que buscar los territorios comunes. Hay una dictadura que desenterrar y un pueblo al que entregarle la justicia y la verdad.

Los catalanes han abierto la caja de Pandora. Desterrar a un juez es una cosa. Desterrar a un pueblo es otra. Lo único que puedes es intentar callarlo. De momento parece que medio pueden… Me parece perverso usar la legislación para zanjar una cuestión política. Como me parece perverso decidir que la dictadura fue una cosa política y por lo tanto no le corresponde la ley.

Pero en el resto del mundo la gente no les va a aplaudir por no dejar a la gente expresarse. Ni mucho menos por hacer apología del nazismo o no condenar a torturadores o asesinos. Me pregunto qué dirían los judíos si les dijeran que no pueden cazar nazis porque en Alemania hubo una ley de amnistía contra ellos. Deberían leerse el manual básico de lo que es la democracia y como se zanjan los conflictos armados.

Les recuerdo un principio básico por el que he luchado con el alma en los últimos casi 20 años: “un conflicto se acaba cuando el último muerto ha sido identificado y enterrado dignamente y cuando no quedan más desaparecidos a los que esperar”.

Cuando esto ocurra, la guerra de España se habrá acabado. Como ven, quedan deberes por hacer.

Y por cierto, en ningún sitio se comen aceitunas como en la Península. Créanme. De eso se mucho.

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