Los demonios y el sexo

Que a Oxfam se le haya ido la situación de las manos no es de extrañar. Las organizaciones internacionales manejan miles de trabajadores que van haciendo el bien por el mundo. Yo también lo he hecho a veces. Controlar a tanta gente que trabaja en sitios que de por si son de difícil acceso no es tan sencillo como creen.

En las organizaciones la gente que trabaja en sitios inaccesibles para los occidentales (que son muchos) siempre se queja de lo lejos que están las centrales, de que no los entienden, que no perciben la realidad. Eso es verdad.

La lejanía de la civilización occidental tiene eso. Hay que operar sin mucho sostén y se puede operar sin que ni dios sepa si lo que has hecho está bien o mal.

Eso puede ocurrir en una cárcel, en una selva o en una guerra por igual. Al fin y al cabo, la gente que trabaja en los sitios inaccesibles se tiene que buscar la vida. Los trabajadores humanitarios también se la tienen que buscar y a veces, buscarse la vida es literalmente no buscarse la muerte.

Son muchos los que han estado delante de un fusil a punto de dispararse, delante de masas enfurecidas, hambrientas, aterrorizadas. Bajo el fuego de obuses o desesperadamente intentando encontrar la raíz de los gemidos que se oyen bajo un edificio desplomado.

Ser trabajador humanitario siempre da ese aura de ser héroe, de enfrentar el peligro, de salvar a la humanidad.

Se me olvida mencionar que ser trabajador humanitario también significa tener un salario muy superior al de la mayoría, no pagar impuestos y tener casa y servicios pagos. Un trabajador humanitario hace una labor que no es falta de riesgo y renuncia a las comodidades del sedentarismo. Todos los años algunos se quedan por el camino. La guerra y las calamidades a gran escala no son un juego. Pero eso no quita que sea un expatriado o emigrante rico que además, tiene el título de héroe. Un caballero andante de los tiempos modernos.

Que eso todo esté organizado en entidades consideradas serias es un consuelo. Pero como ven, no es todo. Es muy fácil demonizar a Oxfam y a las que vayan a caer a partir de ahora, que eso no ha hecho más que empezar. Sin embargo estas organizaciones siguen siendo necesarias porque el Occidente da dinero para calamidades a través de ellas. Y si no existieran, el Occidente puede que no diera ni un peso para los que se mueren de miseria en sitios remotos.

La lejanía de un trabajador no puede ser controlada sino por el trabajador mismo. Filtrar al bueno del malo durante una entrevista en una central, sea en Ginebra o en Nueva York, no es garantía de que el de turno no se vaya de putas en Haití o en Rwanda. En casa están cerca, se nota más. Hay otro incentivo. En Haití o Rwanda serán más baratas y con suerte, hasta agradecerán que les des de comer.

Si en Hollywood se está destapando la impunidad de orgías, violaciones e instigaciones al sexo, eso cae sobre el actor de turno. Con su pan se lo coma. Hollywood sigue siendo sagrado. Nadie deja de alquilar bodrios por netflix.

Si se da el premio Nobel de la paz a genocidas, el premio no pierde prestigio. La gente es capaz de distinguir una mala decisión de la institución en si.

Y si el director de Oxfam en Haití cambió humanidad por sexo, no dejen que sea Oxfam la que caiga. Porque quien debe caer es el violador, el que lo encubrió y el que no dijo abiertamente que donde debería estar es delante de un juez y no ayudando negritos. Y de paso, negritas, que por lo visto le interesaban más.

La gran tragedia es que las organizaciones no entreguen esos personajes a las autoridades locales para que los juzguen, porque cometieron delitos imperdonables en determinado país. En eso la iglesia anda haciendo esfuerzos a ratos con los curas pederastas, porque se los pueden llevar a su cárcel vaticana.

Pero no hay una cárcel humanitaria donde encerrar a esos especímenes, porque el mundo humanitario no tiene ejército ni armas.

Las únicas armas por las que te hacen firmar un código de buena conducta son la honestidad, la integridad, la transparencia y la dedicación a tu trabajo 24 horas al día. Es que hay mucha gente que depende de eso.

Es triste ver que tanta gente firma esas cosas en falso. Si das tu palabra, haz un esfuerzo por mantenerla.

Los honestos en Oxfam y muchas otras van a tener que contestar muchas preguntas a partir de ahora. Cada vez será más difícil trabajar en buena armonía. Aunque lo hagas honradamente. Ahora, todos son violadores y cuatreros.

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