RUDESINDO
Primera parte: La huida (70.887 palabras)
SINOPSIS
Rudesindo Isaac Ibagué es un afro-colombiano que trabaja como simple peón en las selvas colombianas de la frontera con Panamá. Los dueños del tráfico de drogas en esas zonas inaccesibles aprovechan los claros de la selva para plantar coca y procesarla en laboratorios camuflados. Las mismas rutas para transportar la coca se usan para traer armas y mantener su propia ley. Generaciones de afroamericanos haciendo este trabajo en una tierra sin ley se han acostumbrado a no preguntar nada de lo que ven alrededor. Rudesindo no es una excepcion. Sorprende a su patrón asesinando a sangre fría a un hombre blanco de aspecto extranjero, que se había paseado por los barracones haciendo preguntas y fotos. Rudesindo se ofrece a enterrarlo en la selva para evitar que el patrón lo mate a él, pero cuando se da cuenta de que su amo no quiere testigos, se escapa a través del manglar y huye de la región. Unos indios de la tribu Kuna lo recogen y ayudan a desaparecer por un tiempo. Sin embargo, el ejército privado de un aliado del patrón lo busca y los kunas lo tienen que hacer salir del poblado indígena. Huye con dos de ellos a las minas de esmeraldas en donde aprende a usar y fabricar explosivos. Rudesindo pasa semanas enteras dentro de las minas hasta que recoge suficientes esmeraldas para permitirle sobrevivir un tiempo y viajar a la ciudad, lejos de la amenaza de su patrón y de Don Isaías. Una vez allí, conoce la miseria urbana y a sus personajes, la cultura de las armas y la miseria, como en su pueblo, los territorios sin ley, la otra cara de la droga que se planta y procesa alrededor de su región. Nunca antes había pensado que su gente estuviera en peligro pero le indigna haber vivido en tal ignorancia y en tanta pobreza para contribuir al enriquecimiento de unos pocos. Al llegar a la ciudad ve en un cartel la foto del hombre asesinado en su presencia y se entera de que era un periodista holandés que trabajaba para una organización internacional. Se le da por desaparecido pero nadie sabe si está vivo o muerto. La región donde desapareció estaba fuera del control de las fuerzas gubernamentales que no han entrado en la zona desde hace años. El vacío de poder y la geografía del lugar propician el absolutismo de capos y guerrillas que se disputan el territorio sin la intervención del gobierno central. Una vez en la ciudad, Rudesindo tiene que recoger basura y vender droga para sobrevivir. Su presencia empieza a notarse y poco a poco se convierte en un líder de la zona. Se las ingenia para que los capos de zonas enemigas lo respeten. Afranio, un personaje típico del entorno lo apadrina. Rudesindo tiene que someterse a pruebas muy duras con el, y acaba por hacerle comprender que no es más que un fantoche en manos de los narcos. Afranio comprende e intenta matar a su patrón. Al herirlo, lo trasladan al hospital donde sus enemigos lo encuentran y rematan. Empieza una encarnizada guerra de territorios en la ciudad cuando un solo capo intenta ocupar todo. Esto solo acaba cuando Rudesindo es capaz de negociar con uno de los capos para que se entregue a la justicia que para entonces ha intentado poner orden. Los helicópteros del ejército ya han cercado todo el territorio y el capo se entrega mientras Rudesindo huye al monte donde toma la decisión de ir a buscar a la familia del asesinado. La familia de Rudesindo permanece en el pueblo y él sabe que es arriesgado ir a hablar con alguien, pero su indignación es más fuerte que él. Encuentra la oficina de la mujer del muerto e intenta verla. El edificio de la UNDO (Naciones Unidas para el desarme en sus siglas inglesas), se presenta ante él como una torre de expatriados inexpugnable en un barrio muy rico de la ciudad. Aunque Rudesindo intenta acceder a alguien durante semanas, nunca le es posible. Al cabo de muchos días, le dicen en la recepción, donde ya lo conocen, que vaya a la universidad en donde un funcionario del UNDO va a dar una charla y decide asistir. En la marea de estudiantes hay un aire de revuelta y descontento general. El discurso estirado del delegado, Harold Ludeke, da lugar a sorna y silbidos por parte del público. De un momento a otro, vuelan objetos, y alguna ventana se rompe. Esto hace que entre la policía a proteger al Harold y hay una redada general. En medio de todo esto, Rudesindo intenta hablar con el hombre al que lleva buscando semanas. La presencia imponente de Rudesindo hace que la policía se altere pensando que pretende atacar a Harold. De un cachiporrazo lo tumban y acaba en la fiscalía y se le acusa de intento de homicidio y rebelión, lo que conlleva que sea etiquetado como guerrillero. En la cárcel, Rudesindo es inmediatamente aceptado por el grupo guerrillero más dominante como la persona que agredió a un gringo imperialista. Empieza a ser visto como un héroe, en parte, por haber encarado al delegado de la ONU, en parte, por no sentir miedo de la jerarquía guerrillera en parte, por atreverse a plantar cara a las teorías que le plantean. De la cárcel saldrá con una serie de contactos que lo llevarán, al cabo de unos meses, a la selva profunda, en donde será un comandante reconocido, pero que desertará muy pronto para seguir su propia trayectoria. Además, por su forma de pensar, se lleva con él a alguna gente, sobre todo los más inteligentes, lo que le crea enemigos en el seno de la guerrilla. Mientras está en la cárcel, Harold Ludeke, en compañía de la viuda del holandés, lo viene a visitar. Es allí donde Rudesindo les explica que él enterró el cuerpo de su marido. Rudesindo empieza a interesarse por la viuda, Patricia Smitterlemich y ella tampoco es insensible al detenido. A los tres días de la entrevista donde Rudesindo explica donde sucedió el homicido, lo sueltan casualmente. Los UNDO dan todos los datos que Rudesindo le entregó a Patricia al ejército, que peina la zona del pueblo en la selva para sacar el cuerpo del fotógrafo. El antiguo patrón de Rudesindo desaparece sin dejar rastro. Rudesindo, mientras tanto, se va a la selva con un líder guerrillero también liberado, Castillo más tarde su enemigo. Allí aprende técnicas de comando y guerrilla y cómo utilizar las diversas armas. Descubre además que algunos miembros de la guerrilla usa la coca sus propios intereses. Esto lo aleja de ellos definitivamente y desierta.
Al volver a la civilización, escucha por la radio que una ofensiva del ejército en la zona de su pueblo ha dado grandes victorias a las fuerzas públicas. Rudesindo, atacado por una corazonada, al cabo de una semana, llama por teléfono a la tienda del pueblo más cercano a su casa, donde lo conocen. Sólo le confirman que su familia ha perecido en una ola de venganza del patrón una vez que el ejército abandonó la zona. Rudesindo sale de la selva por una ruta guerrillera. Una vez cerca de su pueblo, vuelve de forma clandestina, cruzando el mismo golfo por donde huyó durante la noche y reside con los kuna en el manglar. Allí, se entera de los detalles de la matanza y decide cruzar clandestinamente al país vecino para sacar a su antiguo patrón que se ha refugiado allí y entregarlo a la justicia afroamericana. Aketu, el chamán kuna y Kunti Idalba, una mestiza de una rara belleza, lo acompañan. Usando su conocimiento de las supersticiones del terrateniente y su pasión ciega por las mujeres, son capaces de alejarlo de sus guardaespaldas el tiempo suficiente para drogarlo y llevárselo de vuelta al pueblo por un camino secreto, sólo conocido por los kunas. Una vez en el pueblo, al capo lo juzga el consejo de notables del pueblo de Rudesindo y es condenado a muerte. El juicio es sumario, con rituales afroamericanos y un tribunal que escucha al capo pero que ya ha tomado su decisión de antemano. Rudesindo, que es el que entregó al capo a la justicia de su pueblo siente que aquello no está bien. Agazapado entre los mangles mata su antiguo patrón para evitarle una muerte lenta y después de innumerables torturas. Desesperado por haberlo perdido todo y entristecido de ver que su gente se porta de la misma manera que los capos que los esclavizan desaparece por el manglar con el deseo de nunca más volver.
